La comparativa de las seis oleadas de covid: cómo las hemos superado y con qué coste

Seis oleadas de covid

Evolución de las seis oleadas de covid en dos años.

Han pasado dos años desde que el 25 de febrero de 2020 se detectó en el Hospital Clínic el primer caso de covid en Cataluña. En este tiempo hemos vivido seis oleadas epidémicas, una más en el Segrià. La fatiga pandémica en la sociedad, por acumulación, es evidente.

 

Sin embargo, si analizamos cada una de las olas, han tenido dinámicas diferentes en función de la respuesta que ha podido dar el sistema sanitario, las medidas restrictivas que se han tomado, el estado inmunitario de la población y la variante circulante.

La primera ola

La primera oleada de la covid debe analizarse aparte. Fue devastadora. Siempre será una incógnita cuántas personas se infectaron, porque no había tests diagnósticos suficientes y sólo se detectaban los más graves.

 

El sistema sanitario se desbordó y la mortalidad fue altísima. De hecho, la mitad de las más de 26.000 muertes de la pandemia, concretamente el 48%, corresponden a aquellos primeros meses. Y la única manera de detenerlas fue un confinamiento domiciliario que «duró tres meses porque se puso cuando ya realmente los casos se habían disparado y, por tanto, para volver a bajar la incidencia, hace falta mucho tiempo «, explica Jacobo Mendioroz, subdirector general de Vigilancia y Respuesta a Emergencias de Salud Pública.

 

Después, el sistema se preparó mejor y las personas adquirimos inmunidad, por haber pasado la enfermedad, pero, sobre todo, más tarde, por las vacunas.

 

Cada ola, además, ha tenido variantes de los virus diferentes, con características distintas. Por todo ello, las consecuencias de las infecciones, en cada ola, no han sido las mismas, como puede verse en la gráfica.

 

 

La segunda ola

Dejando aparte la primera, vemos que en la segunda ola hubo el 12% de los casos de toda la pandemia y el 30% de las muertes. Mientras que en la última ola -al menos hasta ahora- ha habido el 61% de los casos y el 17% de las muertes. La relación entre infecciones y muertes se invierte a lo largo de estos dos años, con un punto de inflexión clave, que es la campaña de vacunación.

 

Pero vayamos a palmos.

 

El verano del 2020 es tranquilo, porque después de ese confinamiento tan largo y estricto se llega a incidencias muy bajas. Aun así, hay brotes importantes, muy localizados en zonas como Segrià y Hospitalet de Llobregat y vinculados a factores de vulnerabilidad social. Pero ya no se volvería nunca más al confinamiento total, como apunta Xavier Llebaria, director de la Agencia de Salud Pública de Cataluña:

 

«Entonces se opta por confinamientos perimetrales, confinamiento de movilidad de las personas que están allí.»

 

Pero en otoño del 2020 se complica enseguida. Jacobo Mendioroz recuerda «que, con la segunda ola, un día concreto, todos los indicadores empezaron a subir de repente, en todas las regiones, a todos los grupos de edad».

 

Empieza un período bastante largo en el que todo es bastante previsible, porque la pandemia se comporta con un ritmo casi matemático. Se toman medidas restrictivas y los indicadores bajan y cuando se vuelve a abrir, en quince días, comienzan a subir las infecciones, después los ingresos en el hospital, más tarde las UCI y, finalmente, las muertes.

 

La tercera ola

Sumando la segunda y la tercera, se infectan a casi medio millón de personas. Ya podemos saber mejor lo que está pasando, porque se hacen más pruebas. Desde el 27 de diciembre de 2020, ya en la tercera ola, comienza con cuentagotas la campaña de vacunación. Como las dosis llegan poco a poco, se priorizan los colectivos de mayor riesgo.

 

«Segunda y tercera son bastante parecidas, pero en la tercera ya empieza a pasar algo. Empezamos a ver bajar curvas a las residencias de forma más persistente de lo que observamos en la población general», afirma Clara Prats, investigadora del Biocomsco de la UPC.

 

La variante alfa, más transmisible, nos toma de bajada de la tercera ola. En aquellos momentos, además, existen confinamientos municipales, restricciones de aforo y limitaciones de interacción social. En este caso, la entrada de una nueva variante no hace explotar los casos, como sí ocurre en otros países, como Portugal.

 

 

La cuarta ola

La cuarta es la llamada «oladita». Hay pocos contagios, sin embargo, muchas UCI. Muchas personas mayores de sesenta años aún no se habían podido vacunar. Lo cierto es que la causa no está clara, pero el 5% de quienes se infectan acaban en una cama de críticos. Esto es tres y cuatro veces más que en las oleadas anteriores.

 

La pandemia no acaba, pero las medidas de restricción son cada vez menos estrictas. «A medida que van evolucionando las oleadas, no debemos perder el concepto de sindemia y, por tanto, que otros aspectos relacionados con la salud mental, el bienestar emocional, con aspectos económicos de la población, etc. entran en este balance riesgo beneficio «, dice Xavier Llebaria.

La quinta ola

Y por eso, cuando comienza el pasado verano, se levantan restricciones y enseguida comienza la quinta ola, de forma explosiva. Es el momento en que se infectan muchos y muchos jóvenes, a los que no ha legado todavía el turno de vacunar, en fiestas de graduación o viajes de fin de curso.

 

«La quinta ola ya es claramente una ola de no vacunados. En un par de semanas tenemos muchas situaciones de supercontagio», afirma Clara Prats

 

Además, delta, aún más contagiosa, se va haciendo mayoritaria. La transmisión es altísima y se alcanza casi las 600 camas de UCI. Aunque por lo general los jóvenes pasan la covid leve, un porcentaje pequeño de complicaciones respecto a tantos casos como hay en esta quinta ola, acaban sacando un número significativo de ingresos. Además, todavía hay una parte importante de la población de entre 60 y 70 años a los que le falta la segunda dosis de la vacuna. Después de este verano mucho más complicado de lo esperado, lega el otoño y todo parece controlado. Pero, justo antes de Navidad, legan más sorpresas, como apunta Clara Prats:

 

«Nos parecía que delta era mucho más contagiosa que alfa, pero estaríamos comparando un 600 con un coche de hoy en día, pero entonces lega ómicron, que es como un coche de Fórmula 1.»

 

La sexta ola

Primera ola aparte, en la sexta se han producido 6 de cada 10 contagios de la pandemia. Pero ahora sí que existe un porcentaje muy elevado de población vacunada y, aunque ómicron demuestra que puede evadir los anticuerpos, la protección frente a la enfermedad grave se hace evidente.

 

La letalidad pasa de aproximadamente un 2% al 0,2%. Es decir, ahora, diez veces menor. Se va reduciendo y se va acercando a la de la gripe, que es del 0,15%.

Estamos claramente en un momento distinguido, y lo que nos ha traicionado está claro, como subraya Jacobo Mendioroz:

 

«Las vacunas no sólo nos han dado una disminución de la gravedad, las vacunas nos han permitido tener una vida social y económica que habría sido inimaginable sin ellas. Todo lo que se ha hecho era para ganar tiempo para mejorar las herramientas que teníamos para luchar contra la covid.»

 

Sabemos dónde estamos ahora, pero la incertidumbre que ha caracterizado a toda la pandemia no ha terminado. Nadie sabe qué pasará ni dónde estaremos en un año.